sábado, 1 de diciembre de 2018

"Frases de Científicos Creyentes"





“Yo no he hecho más que buscar las leyes de Dios en el libro de la Naturaleza(1) 


Guglielmo Marconi - Nobel de Física en 1909



Con más de 300 frases, poemas, cartas, etc. de 126 de los más grandes científicos de todas las épocas, desde el siglo XV a la fecha.

Pueden adquirirlo en formato papel en Dunken  y también en Amazon. También en e-book, (ver vista previa, Cap. I)

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domingo, 23 de septiembre de 2018

Científico Creyente nº 22 – Robert Boyle




Continúo con la publicación de los capítulos 8 a 12 de mi libro "El Señor de los dos libros" 2ª edición. Uno a uno iré publicando las biografías de cientos de científicos creyentes de todas las épocas.

Físico nº 2 (científico nº 22)


2.  Robert Boyle (1627-1691).
Físico y químico irlandés, famoso por la ley que lleva su nombre, la "Ley de Boyle" (acerca de la relación de proporcionalidad inversa entre la presión y el volumen de los gases ideales cuando se los mantiene a temperatura constante) ha recibido también el nombre de "el padre de la química."
Boyle escribió muchísimas y reconocidas obras de ciencia, pero también varios libros cristianos: El Virtuoso cristiano, Ensayo sobre la santa Escritura, Disertación sobre los milagros, Discurso contra la costumbre de las blasfemias, Ensayo sobre la falsa modestia, El cristiano naturalista, Consideraciones para conciliar la razón y la religión, etc. En una interesante biografía[1] se dice de él: Los sabios más famosos de su tiempo le dedicaban sus obras y tenían a sumo honor el ayudarle en sus tareas.
Según manifiesta Boyle, en su libro The Christian Virtuoso (El virtuoso cristiano):La razón abstracta es reducida y decepcionante, y no alcanza sino una pequeña porción de las cosas conocibles, tanto humanas como divinas, que pueden obtenerse con la ayuda de ulterior experiencia y de la Revelación sobrenatural. No hay conflicto entre la recta razón y la revelación, ya que las verdades filosóficas tienen el mismo origen que las verdades reveladas…Ambas, las verdades filosóficas y reveladas proceden igualmente (aunque no tan directamente) del mismo Padre de la Luz: así como recibimos del Sol no sólo aquellos Rayos Inmediatos que llegan en línea recta hasta nosotros en un día claro, sino también aquella que en una noche de luna llena se refleja hacia la  Tierra[2].
Boyle leía la Biblia cada día a través de su vida y como narra el Dr. Woodall[3]: “su tesis era que el estudio de la ciencia haría que los cristianos glorificaran más a Dios, ayudaría en la comprensión de la Escritura, y produjera una apología del cristianismo” y que “Aunque la Biblia no es un libro de texto científico, de vez en cuando se dirige a temas científicos. Como un telescopio, esta información extiende el conocimiento del hombre acerca del mundo que le rodea y no contradice los conocimientos adquiridos en el laboratorio.  Cuando se desata un conflicto entre la ciencia y la Biblia, Boyle explicó ello ya sea como un error en la ciencia o una interpretación incorrecta de las Sagradas Escrituras”. Dio grandes sumas de dinero a las empresas misioneras, y financió una nueva traducción irlandesa de la Biblia. Miles de copias fueron distribuidas a cargo de su bolsillo.
En su libro “The Christian Virtuoso”, Boyle afirmaba: “Que la consideración de la vastedad, la belleza y los movimientos regulares de los cuerpos celestes, la excelente estructura de los animales y las plantas, además de una multitud de otros fenómenos de la naturaleza, y la subordinación de la mayoría de estos al hombre, pueden justamente inducirlo, como una criatura racional, a concluir que este vasto, hermoso, ordenado y admirable sistema de cosas, que llamamos el mundo, fue enmarcado por un autor supremamente poderoso, sabio y bueno, no puede ser negado por una persona inteligente y sin prejuicios”[4]
También escribió[5]: «... la misma existencia de Cristo en el mundo, su pasión, su muerte, su resurrección y ascensión, y todas esas maravillosas obras que él hizo durante su estancia en la tierra, son a fin de confirmar a la humanidad la creencia de que Él es Dios y hombre»
Otra vez escribió[6]: Y recurro a la Escritura, no como a un arsenal de armas para defender a un partido o derrotar a sus enemigos, sino a un hermoso templo, donde me deleito en recorrer y contemplar la elegancia, la simetría y la magnificencia de la estructura; Para cultivar una reverencia terrible, y para entregar mi devoción a ese Ser, que se anuncia allí, y cuyos adorables atributos allí se muestran”



[1] Biografía de Robert Boyle en: El museo de familias, ó  Revista Universal, Tomo IV, impreso por Antonio Bergnes de las Casas, Barcelona, 1840,  págs. 162-164, , disponible en: http://books.google.com.ar/books?id=jTIeAQAAIAAJ&pg=PA164&dq#v=onepage&q&f=false
[2] Extraido del artículo El relojero ajetreado: Dios y el mundo natural en el pensamiento de Boyle, Antonio Clericuzio, Universidad de Cassino, Italia, disponible en Internet en: http://www.gobcan.es/educacion/3/usrn/fundoro/archivos%20adjuntos/publicaciones/Libro%20Ciencia%20y%20Religion/03_AntonioClericuzio.pdf
[3] Woodall, David, The Relationship between Science and Scripturein the Thought of Robert Boyle (La relación entre la Ciencia y la Escritura en el pensamiento de Robert Boyle), revista American Scientific Affiliation, vol. 49, n° 1, pág. 32, año 1997.
[4] Boyle, Robert (1690) “The Christian virtuoso” (El cristiano virtuoso); ver, por ejemplo: The Philosophical Works of the Honourable Robert Boyle. (1738). Editores: W. Innys y R. Manby, West-End of St. Paul's; y T. Longman, in Pater-Noster-Row. Cita en pág. 239: «That the consideration vastness, beauty, and regular motions of the heavenly bodies, the excellent structure of animals and plants, besides a multitude of other phenomena of nature, and the subserviency of most of these to man, may justly induce him, as a rational creature, to conclude, this vast, beautiful, orderly, and admirable system of things, which we call the world, was framed by an author supremely powerful, wise, and good, can scarce be deny'd by an intelligent and unprejudiced person». Disponible en: https://archive.org/details/philosophicalwo01boylgoog.
[5] More, Louis Trenchard (1944). The life and works of the Honourable Robert Boyle (Vida y obras del honorable Robert Boyle). Oxford University Press. Pág. 171: «... the very existency of Christ in the world, his passion, his death, his resurrection and ascension, and all those wonderful works he did during his stay upon earth, in order to confirm mankind in the belief of his being God as well as man»
[6] Boyle, Robert (1664) “Some considerations on the style of the Holy Scriptures”, Londres. Versión del texto: Págs. 87-88 de la edición de 1825 impresa por Edwards y Savage, Cork, Irlanda: «And I resort to Scripture, not as to an arsenal for arms to defend a party or to defeat its enemies, but as to a beautiful temple, where I delight to range, and contemplate the elegance, the symmetry, and the magnificence of the structure; to cultivate an awful reverence, and to indulge my devotion to that Being, who is there announced, and whose adorable attributes are there displayed».


jueves, 6 de septiembre de 2018

Científico Creyente nº 21- Blas Pascal

Continúo con la publicación de los capítulos 8 a 12 de mi libro "El Señor de los dos libros" 2ª edición. Uno a uno iré publicando las biografías de cientos de científicos creyentes de todas las épocas.

Luego de los matemáticos, sigo con los físicos, aunque la mayoría también fueron matemáticos:


Físico creyente nº 1 (científico nº 21)



1.      Blaise Pascal (o también Blas) (1623-1662)

Un verdadero sabio. Fue un matemático, físico, filósofo y teólogo francés. Uno de mis favoritos. Él fue un hombre de fe toda su corta pero fructífera vida (39 años y 2 meses); pero luego de un accidente del cual salió milagrosamente salvo y una posterior visión una semana después, sus convicciones cristianas fueron multiplicadas. Se lo considera uno de los padres de la computación; precursor de la calculadora con su pascalina (en 1645, que funcionaba a base de ruedas y engranajes), hizo grandes aportes a la matemática, como perfeccionar el “método de inducción completa” para demostrar propiedades de los números naturales, descubrir el “teorema de Pascal” en geometría proyectiva, desarrollar la teoría de la probabilidad y la estadística, etc. Inventó la prensa hidráulica y la jeringa, aportó principios fundamentales al estudio de los fluidos, etc. ¡Todo antes de cumplir los veinticuatro años!

Se le ha dado su nombre a la unidad de medida de la presión en el Sistema Internacional de Unidades, el pascal (escuchamos en las noticias cuántos “hectopascales” hay de presión atmosférica, hecto=cien), al “Principio de Pascal” (sobre cómo se transmite la presión en los fluidos), al “triángulo de Pascal” (un conjunto de números naturales ordenados en forma triangular bajo determinadas reglas y que aporta aplicaciones algebraicas), un lenguaje de programación (de alto nivel y con un gran número de aplicaciones para enseñar la programación con un método disciplinado y sistemático) y a la “apuesta de Pascal”.

Ésta última, expresada en el Artículo II de sus Pensamientos, titulado “De cómo es más ventajoso creer lo que enseña la religión cristiana”, se la plantea en términos de probabilidades y de principios lógicos y la resumo así: con respecto a la existencia hay dos posibilidades: o Dios existe o no existe. Con respecto a la creencia también: o creemos en Dios, o no lo hacemos. Tenemos cuatro combinaciones:

ü  Si Dios no existe, y apostamos a creer que sí existe, entonces (si no hay vida después de ésta o recompensa eterna) no perdemos nada.
ü  Si Dios no existe, y apostamos a creer que no existe, entonces, aunque “ganemos” la apuesta, al final de la vida no ganamos nada porque ni nos enteramos.
ü  Si Dios existe y nosotros apostamos (por incredulidad) a que no existe, entonces lo perdemos todo y viviremos una eternidad separados de Dios.
ü  Si Dios existe, y apostamos a que así es, estamos ganando la vida eterna y la felicidad.

Por supuesto, Pascal tenía la convicción absoluta que da Dios de que Él existe (Fe es, según la Biblia: “certeza de lo que se espera, convicción de que algo que Dios promete se cumplirá”); planteaba esta apuesta para hacer pensar a los que no creían.

En “Vida de Pascal[1], una biografía escrita por su hermana Gilberte Pascal, nos enteramos que Pascal perdió a su madre a la edad de tres años y que su padre, al reconocer la inteligencia precoz de su hijo, se ocupó personalmente de su educación, de tal forma que Blaise nunca fue a ningún colegio ni tuvo otro maestro. Durante sus primeros doce años su padre no quiso enseñarle matemáticas para que se ocupe de estudiar las letras, así que el joven Pascal, intrigado preguntó qué era aquella ciencia que su padre había prometido enseñarle luego de completar sus estudios de latín y griego, a lo que el padre le dijo que era un medio para construir figuras exactas y para encontrar las proporciones que tenían entre sí, prohibiéndole hablar y pensar de ella hasta su debido tiempo. Sin embargo, en sus horas de recreo comenzó a dibujar con carbón sobre el piso figuras que él imaginó y nombró, ya que no conocía nada al respecto. Pronto elaboró definiciones, axiomas y demostraciones. Grande fue la sorpresa de su padre cuando un día lo descubre enfrascado en lo que es la trigésimo segunda proposición del primer libro de Euclides, cosa que por supuesto Blaise no conocía de antemano. Esto motivo al padre a entregarle el libro “Elementos de Euclides”, el cual lo leyó y entendió sin necesidad de ninguna explicación. Cuatro años más tarde escribió un Tratado de las Cónicas, una obra que maravilló a los sabios de la época.

En dicha biografía Gilberte Pascal cuenta que la salud de su hermano fue muy precaria desde los dieciocho años hasta su muerte y que a partir de los veinticuatro años ya no trabajó más en la “ciencia del hombre”, para dedicarse por el resto de sus días a Dios; lo dice así: “…cuando aún no contaba veinticuatro años, creó la providencia divina una ocasión para que se viera obligado a leer textos piadosos, y mediante aquella lectura Dios le esclareció de tal manera que él comprendió perfectamente que la religión cristiana nos compromete a no vivir sino para Dios y a no tener más meta que la suya; y tan evidente, necesaria y útil le pareció esta verdad, que puso término a todas sus investigaciones, de manera que desde entonces renunció a los demás conocimientos, para dedicarse únicamente a lo único que Jesucristo considera necesario”. A partir de los treinta años “Empleaba todo su tiempo en la oración y en la lectura de la Sagrada Escritura, que le proporcionaba un placer increíble”, afirma Gilberte, añadiendo que “se había entregado a ella tan intensamente que se la conocía de memoria”. Desde los treinta y cinco años en adelante ya no pudo seguir trabajando debido a la profundización de su enfermedad. Veinticuatro horas antes de morir, ya moribundo, tomó la comunión, recibió la extremaunción y dijo sus últimas palabras, ¡Que Dios no me abandone nunca!

Entre muchas otras cosas referidas a la fe, Pascal dijo en “Pensamientos”, en el Artículo IX llamado “De Jesucristo”[2]: 

«Jesucristo es un Dios a quien uno se acerca sin orgullo, y bajo el cual uno se humilla sin desesperación»

En el mismo Artículo dice: 

“Los dos testamentos se refieren a Jesucristo, el antiguo como en espera, el Nuevo como en modelo, los dos como su centro”

Su obra principal, Pensamientos, aunque inconclusa, es considerada uno de los grandes monumentos de la literatura francesa. En ella hace una profunda apología o defensa de la fe cristiana.

Por último, un párrafo de sus Pensamientos que derriba el deísmo (Dios existe y creó el universo físico, pero no interfiere con él) y el ateísmo (Dios no existe): 

El conocimiento de Dios sin el de nuestra miseria provoca a orgullo. El conocimiento de nuestra miseria sin el de Jesucristo provoca a la desesperación. Pero el conocimiento de Jesucristo nos salva del orgullo y de la desesperación, porque en él encontramos a la vez a Dios, a nuestra miseria, y el camino de repararla.
Nosotros podemos conocer a Dios sin conocer nuestras miserias, y nuestras miserias sin conocer a Dios; y hasta conocer a Dios y nuestras miserias, sin conocer el medio de salvarnos de las miserias que nos abruman. Pero no podemos conocer a Jesucristo sin conocer a la vez a Dios y a nuestras miserias, y el remedio de nuestras miserias, porque Jesucristo no es sólo Dios, sino el Dios reparador de nuestras miserias.
Así todos los que buscan a Dios fuera de Jesucristo y que se detienen en la Naturaleza, o no encuentran ninguna luz que les satisfaga, o bien llegan a formarse un medio de conocer a Dios, y de servirle, sin mediador, con lo cual caen en el deísmo o en el ateísmo, que son dos cosas que la religión cristiana aborrece casi igualmente.
Debe, pues, tenderse únicamente a conocer a Jesucristo, puesto que él solo puede permitirnos conocer a Dios de una manera que nos sea útil.
Es él el verdadero Dios de los hombres, es decir, de los miserables y pecadores. Él es el centro y el objeto de todo; y quien no le conoce, no conoce nada en el orden del mundo, ni en sí mismo. Porque, no solamente no conocemos a Dios sino a través de Jesucristo, pero tampoco nos conocemos a nosotros mismos sino a través de Jesucristo.
Sin Jesucristo el hombre está necesariamente en el vicio y en la miseria; con Jesucristo, el hombre está exento de vicio y miseria. En él residen todas nuestras virtudes y toda nuestra felicidad. Fuera de él no hay más que vicio, miseria, tinieblas, desesperación, y no vemos más que oscuridad y confusión, en la naturaleza de Dios y en nuestra propia naturaleza”[3]

No podemos finalizar con Pascal sin hablar del “Memorial”. El lunes 23 de noviembre de 1654, cuando Pascal tenía treinta y un años tuvo una experiencia que sólo se conoció después de su muerte al hallársele un fragmento de papel cocido dentro de su chaqueta cuidadosamente escrito. Se cuenta que tuvo un accidente del que salió ileso milagrosamente y dos semanas más tarde tuvo una visión de dos horas; al terminar escribió el Memorial que decía aproximadamente: 

Año de gracia de 1654, lunes, 23 de noviembre…; desde alrededor de las diez y media de la noche hasta las doce y media.
FUEGO. El Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob, no el dios de los sabios y filósofos. Certeza, certeza. Sentimiento. Alegría. Paz. Dios de Jesucristo. Mi Dios y su Dios. Su Dios será mi Dios. Olvido del mundo y de todo, excepto de Dios. Él sólo es encontrado por los caminos enseñados en el Evangelio. Esplendor del alma humana. Padre justo a quien el mundo no ha conocido, pero yo sí que te he conocido. Alegría, alegría, alegría, lágrimas de alegría. … Dios mío, ¿me abandonarás? Que no me aparte de Él jamás. Ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y al que tú has enviado, Jesucristo. Jesucristo. Jesucristo.  Yo me he separado de Él; he huido de Él; le he negado y crucificado. Que no me aparte de Él jamás. Él está únicamente en los caminos que se nos enseñan en el Evangelio: abnegación interior; renuncia total, completa… Una alegría eterna en comparación de un día de sufrimiento en la tierra. No olvido tus palabras. Amén»[4]
   


[1] Véase “Vida de Pascal”, por Gilberte Pascal, págs. 29-70, incluída en “Blaise Pascal, Pensamientos”, Editorial Losada S. A., 2003.
[2] Pascal, Blaise, Pensamientos, Traducción de D’Ors, Eugenio, Artículo IX, punto IV, pág. 147, Editorial Losada S. A., Buenos Aires, 2003.
[3] Ídem anterior, Artículo XIV, punto VII, pág. 183-184.
También disponible en internet del libro Pensamientos de Pascal sobre la religión, págs. 136-137, traducido al español por Don Andrés Boggiero, Oficial del Regimiento de Infantería de la Princesa, Edición Viuda de Blas Miedes, Zaragoza, 1790, p. 319. Ver:
[4] Véase, por ejemplo (cita en francés, artículo en inglés): Calin Mihailescu, Corpus Epochalis. Mysticism, Body, History, http://www.pum.umontreal.ca/revues/surfaces/vol1/mihaile.html consultado el 29/06/2016 o citado en español por Gerhard Lohfink en el capítulo “La muerte no es la última palabra” , págs. 11-54, del libro “Pascua y el hombre nuevo” de G. Lohfink,  A. Vögtle,  R. Schnackenburg, W. Pannenberg, Colección Alcance, N° 29, Editorial Sal Terrae, España, 1983; véase: http://mercaba.org/FICHAS/ESCATO/la_muerte_no_es_la_ultima_palabr.htm consultado el 29/06/2016.

viernes, 20 de abril de 2018

Científico creyente nº 20 – Laurent Lafforgue


Continúo con la publicación de los capítulos 8 a 12 de mi libro "El Señor de los dos libros" 2ª edición. Uno a uno iré publicando las biografías de cientos de científicos creyentes de todas las épocas.

Matemático creyente nº 20


20.   Laurent Lafforgue (n. 1966)

Un matemático francés que recibiera en 2002, a los 35 años de edad, la medalla Fields (Medalla Internacional para Descubrimientos Sobresalientes en Matemáticas). La Medalla Fields la recibió por su trabajo, presentado el 24 de mayo de 2000 en París, con el cual resolvió una de las conjeturas de Langlands acerca de una rama de la teoría de números[1]. El programa Langlands conecta diferentes teorías matemáticas a priori muy remotas. Lafforgue ya había recibido en el 2000 el premio Clay Research Award (del Clay Mathematics Institute) por esa misma temática. Es profesor permanente del Institut des Hautes Études Scientifiques (I.H.É.S.; Instituto de Estudios Científicos Avanzados) y director de investigación del Centre National de la Recherche Scientifique (CNRS; Centro Nacional de Investigaciones Científicas), uno de los cinco centros de investigaciones más importantes del mundo.
La Medalla Field (Field Medal) es un premio otorgado desde 1936 cada 4 años (salvo por la interrupción durante la guerra mundial) por la Unión Matemática Internacional (IMU) a entre 2 a 4 matemáticos menores de 40 años, fundada por el matemático canadiense John Charles Fields. Se lo considera como el Nobel de Matemática (ya que no existe en esta disciplina). Ver página oficial, International Mathematical Union (IMU); Fields Medal Details: http://www.mathunion.org/general/prizes/fields/details/ 

Lafforgue no solo expresa su fe en Jesucristo, él argumenta que la fe cristiana y la ciencia van imperiosamente de la mano. Él dijo[2] al recibir la medalla Fields: “Mi relación con Dios es poco emocional; la razón desempeña un papel muy importante. Busco lo más profundo, lo más importante. La fe tiende a la verdad y la ciencia también. No se puede investigar sin creer en la existencia de la verdad... En matemáticas, nunca hay que perder de vista los problemas centrales; lo mismo sucede en cuanto a la fe: siempre tuve el profundo sentimiento de que existe lo más esencial de todo: Cristo”, luego remató: “Amo a Cristo, amo a la persona de Cristo”.
Ma relation à Dieu est peu émotionnelle, la raison y joue un grand rôle. Je recherche ce qui est le plus profond, le plus important. La foi tend à la vérité. La science aussi. On ne peut faire de la recherche sans croire à l'existence de la vérité...En mathématiques, il ne faut jamais perdre de vue les problèmes centraux; pour la foi, c'est pareil: j'ai toujours eu le sentiment profond qu'il y a ce qui est le plus essentiel de tout: le Christ. Et je crois pouvoir dire: J'aime le Christ. J'aime la personne du Christ. Lafforgeue.

En una conferencia universitaria en Notre Dame[3]  realiza una profunda fundamentación de que la revelación judeo-cristiana es la base de la vitalidad de la educación a partir del origen y desarrollo de la Universidad; allí dice entre otras cosas: “Debido a que todas las cosas son creadas por Dios, todas merecen ser estudiadas. Debido a que todas las cosas fueron creadas por Dios, están todas relacionadas con lo absoluto”.
Parce que toutes choses sont créées par Dieu, toutes méritent d'être étudiées. Parce que toutes choses sont créées par le Dieu unique, toutes sont en relation avec l'absolu.

Desde el 2004 se interesa y participa críticamente en el devaluado sistema educativo francés; invitado a principios de noviembre de 2005 a formar parte del Alto Consejo para la Educación por voluntad expresa del entonces Presidente Jacques Chirac, después de pocos días renunció por sus posiciones poco conciliadoras, pues había dicho que el principal responsable de la destrucción de la escuela francesa (laica y republicana, se entiende) era el Estado mismo. En un escrito llamado Le Christ est la vérité, fondement d’un enseignement catholique[4]  (Cristo es la verdad, el fundamento de la educación católica) Lafforgue dice que la crisis educativa consiste en cinco pérdidas: en la transmisión de la vida, en la transmisión de la fe, en la transmisión de la racionalidad, en la transmisión de la cultura y en la transferencia de conocimientos. En ese texto exhorta, especialmente a los colegios confesionales cristianos a volver a las Escrituras, a poner a Jesucristo en primer lugar, a buscar la sabiduría en la lectura de los Proverbios, Eclesiastés, etc.
En uno de sus escritos dice[5]: “Las personas que me conocen saben que este compromiso mío tiene algo de paradójico pues, por encima de mi condición de matemático, de mi interés apasionado por la literatura y de mi amor por Francia y por su lengua, yo pongo la fe en Jesucristo y mi fidelidad confiada a la Iglesia católica, a través de la cual he recibido esta fe: cosas que con frecuencia me sitúan en una posición crítica con respecto a la Francia republicana y laica y, aún más, con respecto a una sociedad secularizada en la que me siento extranjero. Y, a pesar de esto, defiendo la escuela republicana...”.

En el año 2007 escribió el libro La débâcle de l'école: Une tragédie incomprise[6] (La debacle de la escuela: una tragedia no comprendida).



[1] Véase Laurent Lafforgue, lauréat 2002 de la médaille Fields, nota de Adélaïde Robert  para el Centre National de la Recherche Scientifique, CNRS Le Journal,  Nov/Dic 2012: http://www2.cnrs.fr/journal/970.htm
[2] Citado en: La foi pour les petits et les grands (La fe es para pequeños y grandes), devocional de La Bonne Semence, (La Buena Semilla), 7 de agosto de 2012, © Editorial La Buena Semilla, 1166 Perroy (Suiza), en francés: http://www.bpcbs.com/cal/2008/20080807.html.
[3] Lafforgue, Laurent, Conferencia Universitaria en Notre Dame: La recherche fondamentale atelle un sens? Quelques remarques d'un mathématicien catholique. En: http://www.ihes.fr/~lafforgue/textes/ConferenceUniversiteNotreDame.pdf
En inglés, traducción de Hélène Wilkinson: Does Basic Research Have Meaning? A Few Remarks by a Catholic Mathematician (¿La investigación básica tiene un significado? Unas Pocas Observaciones por un Matemático Católico) disponible en: http://www.ihes.fr/~lafforgue/textes/ConferenceLafforgueNotreDameTraduction.pdf
[4] Lafforgue en Poissy, session annuelle de l’ADDEC, 19/11/2009 transcripta por Louis Charles en Le temps d'y penser, © 2013 Le temps d'y penser, el 31/01/2012, disponible en:
[5] Entrevista a Lafforgue a cargo de Luca Doninelli en Grandes entrevistas. Educar es
ayudar a los jóvenes a entrar en su propia humanidad de la Revista Huellas, © Asociación Cultural Huellas, revista internacional de Comunión y Liberación, disponible en línea:
[6] Laurent Lafforgue, Liliane Lurçat; La débâcle de l'école: Une tragédie incomprise, Edición: François-Xavier de Guibert - OEIL, 2007 - 248 pág. ISBN 9782755401929